Se trata de recoger imágenes, sonidos y relatos, con conductores, pasajeros y personas que trabajan en buses, busetas y colectivos en Bogotá. Me encantaría poder recoger olores y sabores pero no se me ha ocurrido como. Zoom es un movimiento de cámara que se hace gracias a un lente, el cual permite acercarse o alejarse, este es un zoom in, es decir, que va de lo general a lo particular. Zoom in a los engalles, a la estampita de la Virgen del Carmen, a la foto de los hijos, a los pregones de los vendedores, a las conversaciones, al programa de radio, a las historias que cada cual recuerda, pues cuando de buses, busetas y colectivos en la ciudad de Bogotá se trata, el viaje está sazonado de particularidades: Aquí hay raponero, vallenato a todo volumen, concesiones: -¿me lleva por 500?, Súbase por la de atrás-, vendedores, cantantes, -no me le demoro patrón-, el conductor pasándose los semáforos en rojo, -¿Qué es que cree que lleva vacas? ¡Respete!- Ejemplo de lo urbano convertido en humano.
Las imágenes, los sonidos y los relatos recolectados son referencia de los haceres y prácticas cotidianas al interior del bus, pues precisamente esta creatividad cotidiana, es la que permite que los habitantes de la ciudad se apropien de múltiples maneras de los espacios construyéndolos colectivamente, contrastando así, con la ciudad pensada desde lo puramente racional, como una máquina inerte, homogénea y funcional. Son precisamente esas prácticas micro, singulares, de cierta manera efímeras, las prácticas de todos los días, las que permiten que en lo cotidiano surjan formas de apropiación, modos de hacer, historias, dichos, actitudes, sin identidad legible, imposibles de controlar, difíciles de explicar. Lo urbano, casi automáticamente relacionado con frío, gris, ladrillo, inerte, se convierte así, por las formas de estar de sus habitantes en la expresión de algo profundamente humano. La ciudad es escenario, oficina, campo de batalla, en la ciudad hay tantos espacios como experiencias espaciales distintas: el mismo lugar, puede ser pensado, evocado, recordado, experimentado, construido, de maneras diferentes, tantas como imágenes de ciudad puede haber en cada uno de nosotros. El caso particular del espacio al interior de buses, busetas y colectivos no es la excepción, pues en el interior del bus como en la ciudad, se combinan lo público y lo privado: el viaje muchas veces, aunque grupal es solitario, el espacio es de todos pero está delimitado, puede ser intercambiado, restringido, violado, hay que moverse rápido, cada cual pelea por su lugar. El bus igual que la ciudad es puro y constante movimiento, flujo de personas, sonidos e imágenes, la ciudad como el bus, se quiere pero se odia. Dentro del bus como en la ciudad todo es dinámico, el bus y la ciudad siempre están transformándose. Zoom in-Bogotábus intenta re-construir a partir de múltiples voces, para entender un poco como construimos y reinventamos constantemente desde la cotidianidad.
Quiero agradecer a los conductores por dejarme tomar fotos, siempre son muy amables, (no se si tenga que ver con que soy mujer, tal vez), me muestran sus engalles, me aconsejan como tomar mejor la foto, que por favor no saque la bayetilla sucia o la botella de jugo, que espere le echamos una barridita porque da pena, me piden que les tome una foto a ellos o que nos tomemos una juntos y por supuesto me cuentan muchas historias. Agradecer también a todos los pasajeros, amigos y personas desconocidas a las que cuando les cuento del proyecto siempre dicen: Ay si! a mi una vez me paso algo: yo iba en la buseta para nosedonde y entonces… todos tenemos historias de bus. Gracias también a las personas que trabajan en los buses: vendedores, cantantes, los que piden una colaboración, por permitirme recoger sus historias y sus pregones. Creo que lo mejor de Zoom In–Bogotábus es que se trata de una creación colectiva hecha con fragmentos individuales, así que todos los que quieran participar contando, opinando, mostrando, están invitados a subirse en este viaje, no hay que pagar, todos por la de atrás, colabórenme haciendo bien la filita y súbanse rapidito que me hacen trancón.
Estos relatos se obtuvieron con los pasajeros que llegaban hasta el paradero. La pregunta era más bien una invitación para que contaran historias de bus, cosas que recordaran les habían pasado en los buses. Los paraderos escogidos estaban ubicados en el sur oriente de Bogotá en los Barrios Columnas, H.Orjuela, Santa Inés, Villa de los Alpes y La Victoria, casi todas las rutas que salen de estos barrios pasan por el centro de Bogotá, especialmente por la carrera Décima.
Cuando tuvimos la buseta, la buseta salía a las cinco de la mañana, hacia el recorrido de Suba hasta el Socorro, el Socorro es un barrio abajo de Kennedy y se trabajaban recorridos por ahí de dos horas, tres horas, trancones no trancones, monedas no monedas, se subían por detrás, iban pasajeros que no pagaban, había peleas dentro del bus, peleas por viejas, los chinos, más que todo los de la calle del cartucho porque cuando eso todavía existía la calle del cartucho, eso se subían, robaban los espejos, robaban a la gente, quitaban los timbres Uy no! eso era terrible, terrible mirar todo lo que pasaba entre los buses, primero manejaba Luis pero luego cambiamos de chofer y ese era a toda hora varado y varado, entonces no había producido, un día por ejemplo vimos como robaba un muchacho ahí en el puesto de adelante. El muchacho se subió y se le sentó al lado al señor que iba ahí y lo miraba pero no le decía nada, cuando de pronto le dijo ay yo lo conozco a usted, usted es el amigo de nosequien usted es el amigo de sisemas y empezó y le dijo bájese de la chaqueta grannosecuantas gransisemas y entonces el señor le dijo ¿como así que me baje de la chaqueta? porque el otro dijo si usted no se acuerda que esa chaqueta es mia, entréguemela pero ya y le saco un cuchillo por debajo de la chaqueta de él, nosotros íbamos con Gerardo que estaba chiquito acompañando al chofer y entonces el tipo le jalo la chaqueta y se la quito y se salto la registradora y se fue corriendo por entre los carros. Uy ese día si me dio mucho susto por lo del cuchillo, en todos esos casos el chofer le tocaba dejar, no hacia nada porque de pronto lo robaban a el también, le robaban el producido, entonces tocaba dejar, o de pronto ahí adelante al pie de el iba también uno amenazándolo con un cuchillo y que hacia el chofer pues ande porque que mas, siga derecho, eso tocaba así...
...Eso es terrible montarse uno en un micro de esos chiquitos, yo si prefiero esperar uno de los grandes pero por las mañanas le toca a uno para no llegar tarde a trabajar, eso son unas filas larguísimas aquí en el paradero y los micros van llegando y la gente se va montando, entonces a uno le toca subirse al que sea, los choferes aprovechan y meten y meten y meten gente, eso es feo porque como es tan chiquito eso uno le pone el rabo a todo el mundo en la cara y todo el mundo le restriega todo a uno y las mujeres cuando llevan minifalda o descaderado eso es un show...
...Yo iba para Unicentro y cogí el bus ahí en el Veinte, el que va por la décima, eran como las cinco y media de la mañana y en mitad de camino se subieron dos personas, era una pareja y el bus iba lleno, uno se hizo en la mitad y el otro se hizo en la puerta, cuando menos pensaron le robaron un celular a un señor, el señor pego el brinco y entonces nos pararon en un CAI nos requisaron a todos y el celular no aparecía, entonces la señora que estaba ahí le toco ‘cantar’ que el tipo estaba ahí no mas como a dos cuadras, el que se había llevado el celular, a ella le toco cantar porque le dijeron que se la iban a llevar al Buen Pastor...
...Ahí en la décima como a las siete y media de la noche, un señor iba subiéndose a la buseta, el señor iba con un maletín y echo la mano así para adelante para cogerse de la registradora y en ese momento le quitaron la maleta, se la jalaron y entonces el señor cogió se bajo y entre dos o tres que eran amigos del ladrón le pegaron al señor, en vez de ser la gente a los ladrones fueron los ladrones al señor por no dejarse robar… y la policía no hizo nada...
...Un amigo mío que venia un viernes borracho en el colectivo para Villa de los Alpes y pues como uno se baja en el paradero se confía, el se quedo dormido y cuando se despertó estaba dentro del colectivo en un parqueadero y todo reoscuro y el medio borracho, entonces como pudo se bajo por una ventana del colectivo y apenas se bajo se dio cuenta que había unos perros bravos ahí en el parqueadero que empezaron a perseguirlo pa’ morderlo y nadie por ahí, entonces que borrachera ni que nada, el corrió y se subió un muro y por fin pudo salir pero quedo todo maltratado y eso si en sano juicio porque con ese susto, eso fue el ‘man’ del colectivo que le quiso hacer la maldad...
...Yo iba en un bus que iba por la décima con avenida primera, ahí cerca del San Juan de Dios y entonces se subieron unos tipos todos malucos, los tipos empezaron a robar a una señora con cuchillo y todo y entonces yo Ay Dios mío! Ay Dios mío! Entonces yo me pare y timbre y me baje y los tipos se me bajaron detrás, y yo Ay Dios mío ahora me cogen esos tipos y quien sabe que me hacen, entonces yo pare el primer bus que paso y en ese me monte, los tipos se metieron como por la ADE ahí pa’ arriba corra que corra porque claro, como si habían robado a la señora, ese fue un susto muy berraco...
...Alguna vez cuando yo estudiaba en el José Félix yo tenia que coger bus pa’ la casa porque vivíamos arriba y yo no tenia pal bus, el bus subía por toda la Primero de Mayo hasta Santa Inés y yo no se, me gaste la plata, se me olvido guardar lo de pal bus y entonces éramos chiquitos como de seis o siete años y con otros chinos ahí que también cogían bus lo paramos y le dijimos Ay señor nos lleva nos lleva y el señor nos dijo que nos montáramos por detrás y nos llevo hasta la puerta de la casa, lo bueno es que de ahí para adelante ya lo cogimos de deporte y como éramos chiquitos yo creo que a los choferes les daba pesar y por eso nos decían que si y nosotros felices gastándonos la plata del bus en chucherias...
...A mi en los buses me ha ido bien, porque siempre tomo el bus a la hora y para los sitios a los que no va mucha gente entonces siempre me tocan desocupados, me puedo sentar, viene rápido, viajan rápido... como yo trabaje por allá en la Victoria y salía al medio día a esa hora los buses vienen desocupados pero bajan rapidísimo peliandose el pasajero, entonces como son de esos grandes, ejecutivos o buses, le toca a uno que va sentado sostenerse con la mano y con el pie, entonces una vez iba una señora que se acababa de subir y estaba buscando puesto, iba caminando como por la mitad del bus y como eso es en bajada y a toda, el conductor freno y la señora cayó sentada al pie del conductor, claro, ella haga de cuenta como si la hubiera absorbido el viento, cayó así con las piernas abiertas y eso se le vieron los pantys y todo, ella se puso roja pero que podía hacer, se levanto y ya...
EL REBUSQUE EN LOS BUSES NO ES EXCLUSIVO DE COLOMBIA
A diferencia de lo que muchos pudiésemos pensar, en Colombia no es en el único país donde se vive el rebusque en los buses del transporte público, en el que es muy común escuchar: buenos días señoras y señores en el día de hoy les vengo ofreciendo una deliciosa chocolatina masticable marca X, por un precio y un valor de tan sólo 300 pesos, para su mayor economía dos en 500. Agradezco a las personas de buen corazón, que me deseen colaborar, no votar los papeles dentro del vehículo .
A diferencia de lo que muchos pudiésemos pensar, en Colombia no es en el único país donde se vive el rebusque en los buses del transporte público, en el que es muy común escuchar: "buenos días señoras y señores en el día de hoy les vengo ofreciendo una deliciosa chocolatina masticable marca X, por un precio y un valor de tan sólo 300 pesos, para su mayor economía dos en 500. Agradezco a las personas de buen corazón, que me deseen colaborar, no votar los papeles dentro del vehículo".
No olvidemos: "disculpe que les venga a quitar uno o dos minuticos de su valioso tiempo", muy común al iniciar su discurso. Todo esto con las diferentes variaciones en la entonación que caracteriza a casa vendedor.
Sin embargo, en otros países la situación no es tan diferente a la de Colombia y muchos optan por vender utilizando otros mecanismos de persuasión tal vez más originales o persuasivos. Similares a las canciones que presentan los guitarristas y cantantes para acompañar los trancones.
Este es el caso de dos niños ecuatorianos que se ganan el pan de cada día vendiendo, en la ruta de autobuses que une las ciudades de Ambato y Baños, unos caramelos, fabricados con leche de vaca "soltera" y huevos de gallina "viuda", que tienen la facultad de "ayudar a hablar inglés perfectamente".
Los pasajeros del autobús ven interrumpido su viaje cuando, sin previo aviso, los dos menores, de unos trece y nueve años, suben al vehículo y sin verguenza alguna anuncian una obra de teatro.
Sin saltarse una sola de las normas de cortesía, el mayor de los niños presenta a su compañero, saluda al heterogéneo público e inmediatamente comienza la interpretación de una antigua novela mexicana, con drama incluido.
Uno de ellos, situado al principio del pasillo, responde a lo que dice el otro desde el final del mismo con frases cargadas de picardía, que atraen hasta al más indiferente y arrancan más de una sonrisa.
Algunos pasajeros se convierten repentinamente en actores cuando los niños, sin dar tiempo a que rehusen, les incluyen en los diálogos con tal naturalidad que al improvisado actor no le queda otra opción que seguir con el hilo de la conversación.
Al terminar la "función" los muchachos solicitan la colaboración de los pasajeros, alegando que están "trabajando y no robando en alguna esquina".
En ningún momento utilizan la caridad como argumento, sino que más bien un alto nivel de dignidad sale de cada una de las palabras de los menores, obligados a trabajar ante la grave crisis económica.
Para incentivar el pago, los niños se anticipan a cualquier disculpa: "si no tiene monedas, no se preocupen, nosotros tenemos cambio"; "si no tiene dinero, aceptamos anillos, collares, pulseras"; "todos los niños pagan"; "madres embarazadas pagan doble"; "aceptamos calzoncillos sin huecos, medias sin olores"... Efe.
El as bajo la manga.
Como no siempre su trabajo es reconocido, los niños tienen preparada una segunda parte, que despliegan sin apuros mientras el autobús continúa su recorrido.
Entregan a cada pasajero un caramelo "sin compromiso de compra" y cuando acaban de hacerlo, instan a su compra asegurando que están hechos con "leche de vaca soltera y huevos de gallina viuda".
"Además, son importados, son de Estados Unidos y tienen una virtud: consuma uno o dos diariamente y terminará hablando inglés a la perfección", aseguran muy serios.
Caramelos pequeños, comunes y corrientes, "endulzados" con el ingenio de los menores que los anuncian al "cómodo precio" de un dólar por unidad... aunque tras la primera mirada escrutadora de su público apuran un "mentirita no más era", son a "dos por dos dólares".
El precio real son centavos, que los menores cobran entre risas a quienes aceptan la mercancía, mientras que la recogen de otros que no la desean, con igual agradecimiento por escucharlos.
Con una lluvia de buenos deseos, "buen viaje" y recomendaciones a que se "porten bien" porque hay gente que los quiere y espera, los niños se bajan del autobús para ir a otro vehículo.
Este no es el único caso, muchos niños trabajan para ayudar en sus casas en Ecuador, donde el 69 por ciento de la población es pobre.
Según María Mena, del Programa de Educación y Protección del Niño que Trabaja, más de un millón de niños trabajan en Ecuador en diferentes actividades.
Esta es una joya documental sobre el rebusque en los buses Bogotanos.
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